Los Alquimistas
—Vittoria,
es la última vez que te lo digo ¡No!
—Pero...
—Ya
conozco tus razones, pero entiende que yo tengo las mías. Hasta que
no encontremos a Nicolas, el chico no podrá aprender alquimia.
Vittoria
asintió, cerrando los puños. La mujer pelirroja se alejó, con la
cabellera ondeando a su espalda. Thomas volvió a centrar la atención
en el mapa que llevaba en las manos.
Habían
pasado tres días desde que dejaran la villa de Nox, al este de Noam.
La noche previa a su partida, Vittoria había regresado con el chico
pelirrojo con quien él se había encontrado el mismo día en un
callejón de la villa. Aquel chico llamado Aaron Obscorvus despertaba
en Thomas una fascinación única, pero al mismo tiempo lo llenaba de
dudas.
Aquel
día, cuando Vittoria regreso al campamento, al otro lado del lago,
la chica le pidió a Thomas que le permitiera tomar a Aaron como
novicio, sin embargo, él le había negado la solicitud, aduciendo
que tenía motivos para no permitirlo. Vittoria se había mostrado
irascible, pero al cabo de un rato, en el cual Thomas no cedió, la
chica abandonó su insistencia. Pero ella no perdió cualquier
oportunidad para volver a pedírselo.
Thomas
era el líder de aquel pequeño grupo que había partido en una
misión encomendada por Nicolas, dos años atrás. Él aun recordaba
la última vez que había visto a su maestro, en aquella misma villa
donde encontraron al pelirrojo. Nicolas era el maestro supremo de la
Orden y Thomas había sido su protegido durante años, después que
él escapara de su hogar.
La
última noche en que vio a Nicolas, Thomas y su grupo, Onni, Daniel y
Vittoria, se separaron del maestro en el mismo lugar donde ellos
habían acampado tres días atrás. Nicolas les había encomendado
seguir el camino del norte e internarse en un foso que atravesaba las
montañas para encontrar los aposentos de los duendes, mientras él,
Nicolas, debía dirigirse hacia el sur en busca de alguna pista de
unas ruinas perdidas.
Thomas
siguió su camino, pero nunca se imaginó que lo llevaría a las
afueras de Nirvana, conduciéndolo hasta las lejanas tierras de
Arual.
Por
norma general, un grupo de alquimista debe estar conformado por lo
menos por cuatro alquimistas, uno por cada elemento. Cuando Thomas
había dejado a Nicolas en la villa de Nox, él era el alquimista de
aire elemental, Vittoria era la alquimista de fuego elemental, Onni
poseía la alquimia de la tierra elemental y Daniel aquella del agua
elemental. Thomas había tomado el mando y la guia del grupo,
llevándolos por los caminos que él consideraba los más adecuados y
seguros por Nirvana hasta el foso rojo, lugar donde años atrás una
guerra entre Nirvanos y Arules había terminado en masacre.
Thomas
aun recordaba la decepción que sintió cuando finalmente llego a los
aposentos de los duendes, un lugar sombrío, oculto tras un pasaje
secreto en la ladera de la montaña. La estancia estaba destruida.
—Sin
todos los cráneos y huesos este lugar no seria tan lúgubre —Había
comentado Vittoria, cuando salieron de las amplias estancias que se
internaban en la montaña.
Daniel
había sido quien encontró el gran mapa de Nirvana y Arual manchado
de sangre en una de las habitaciones más profundas. El mapa reposaba
sobre una mesa de piedra y quien lo hubiese dejado atrás, había
marcado un lugar en los desiertos de oro de Arual. El grupo había
decidido partir a investigar el lugar, pero nunca imagino que les
tomaría dos años y la perdida de uno de sus miembros.
—Thomas, la bola de pelo quiere saber si ya pronto partiremos.
—Por
esta noche no avanzaremos más Onni, dile a Isis que mañana al alba
partiremos.
—Como
quieras, aunque a esa mandona no le va a gustar. Si me dice algo, la
colgaré de las patas traseras en un árbol — Onni se quedó
pensando un instante con una expresión de estupidez en el rostro
antes de soltar una sonora carcajada —. Seria gracioso, pero no
creo que a nuestro nuevo amigo le haga gracia.
—¿El
chico aun sigue con ella?
—Si,
al saco de pulgas parece agradarle el chico... no la culpo, es un
buen chico —Onni guardó silencio un momento antes de agregar —:
¿Por qué no dejas a Vittoria enseñarle la alquimia al chico? Ella
dice que sus aros reaccionaron, además esta muy ilusionada de
enseñarle, seria su primer novicio.
Thomas
soltó un largo suspiro, luego enrolló el mapa y lo guardó en la
mochila que tenía al lado antes de mirar a Onni. El hombre gordo que
estaba frente a él, entre los arboles, lo miraba en silencio,
esperando la respuesta de Thomas.
—¿Dónde
están Vittoria y los otros?
—Vittoria se
fue con Aaron y la bola de pelos al rio a intentar pescar algo. Por
cierto, el chico ha remarcado algo muy interesante.
—¿El
qué?
—Lo
escuche hablar con Isis de que no hay ningún animal en los
alrededores desde que nos internamos en lo profundo del bosque.
Cuando lo escuche me di cuenta de que tenía razón, cuando pasamos
por aquí para dirigirnos al foso rojo este lugar estaba lleno de
animales, ciervo, zorros, lechuzas... no sé si recuerdas cuando
Daniel lucho con el oso... —Onni se calló, Thomas había bajado la
mirada.
—No
fue tu culpa Thomas.
—Lo
sé, aun así no dejo de pensar que podría haberlo salvado.
Los
dos hombres guardaron silencio por un momento. Thomas se perdió en
sus recuerdos por un instante, en un mar de arena que se extendía
hasta donde la vista pudiera ver, en todas las direcciones y allí
estaba Daniel con su actitud arrogante y desafiante enfrentándose a
los moradores del desierto.
—Debemos
apresurarnos en llegar a Noam —Onni rompió el silencio. Thomas
apartó sus pensamientos y miro a Onni, quien se había sentado junto
a él—, tengo la impresión que algo no va bien en Nirvana. Nox es
la primera villa que se encuentra al entrar al reino, pero esta tan
apartada del resto de villas y ciudades que nunca se enteran de lo
que sucede más allá de su cotidianidad.
—En
dos días estaremos en la ciudad rubí de Noam y podremos averiguar
que es lo que está sucediendo en Nirvana, además podremos saber
sobre la ubicación del maestro.
—Estoy
deseando pasar por el arco del centauro y volver a beber el hidromel
de esa taberna. Por todos los dioses, que es casi tan bueno como la
compañía de una mujer.
El
hombre volvió a reír, frotándose el estómago. Thomas lo miro con
una sonrisa. Onni había sido su primer compañero y amigo cuando se
unió en la Orden, siempre había sido un glotón y bebiendo no se quedaba atras, gustaba la
buena hierba para su pipa y estaba siempre listo para una broma,
aunque también sabía escuchar y entender a los demás. Thomas
sentía por él un gran aprecio y sabía que podía contar con él en
cualquier momento.
—Pero,
bueno, aún no has contestado a mi pregunta, ¿por qué no dejas que
Vittoria tome al chico como novicio? Hacen una excelente pareja, los
dos han vivido el rechazo, se entienden perfectamente, además ella
puede instruirlo en la alquimia de fuego elemental.
—Onni,
tu bien sabes que yo confió plenamente en ustedes dos, hemos pasado
por muchas dificultades todos juntos, vimos morir a Daniel, tuvimos
que enfrentarnos a los moradores de las arenas para salir con vida,
cruzar el desierto de oro para llegar al oasis de Trostlos y poder
encontrar a los duendes. Yo sé que Vittoria esta lista para tomar un
novicio bajo su seno y formarlo para la Orden, pero este chico es
diferente.
—¿Diferente
en qué sentido?
—¿Alguna
vez entraste a los anexos históricos de la biblioteca de la orden en
Novil?
—No,
nunca. ¿Por qué? ¿Eso qué tiene que ver con el chico?
Thomas
miró a su alrededor, antes de proseguir. La luz de la luna se
filtraba por entre las ramas, bañando con su platina luminosidad las
hojas de los arboles. La noche comenzaba a caer. Onni saco una larga pipa,
la llenó de picadura y luego la encendió.
—Yo
entre una vez con el maestro, yo aun era joven e inexperto. Nicolas
aún no era maestro, sino uno de los cuatro pilares de la orden. En
aquella ocasión él había ido a buscar al maestro de aquel
entonces.
—El
maestro Anselmo.
—Exactamente.
Cuando entramos en la sala, llena de pergaminos y libros, vi en el
dintel de la puerta unas palabras grabadas: "El camino al
conocimiento comienza en el conocimiento de sí mismo". Como tú
sabes todo novicio es instruido en el conocimiento del mundo,
astrologia, alquimia, sanación, mitología, el arte de los metales,
las artes y todas las demás disciplinas que al igual que yo, tú
aprendiste.
—No
entiendo a donde quieres llegar.
—Paciencia,
que a eso voy. Cuando comenzamos nos enseñan a conocernos a nosotros
mismos.
—Lo
sé Thomas, aun recuerdo cuando me uni a la orden, lo primero que nos
exigen es saber y conocer cuál es nuestro proposito como
alquimistas, nuestro papel en el reino y lo que buscamos y esperamos
de ello. Ser consientes de quienes somos y todo eso.
—Precisamente,
pero es también el momento donde somos seleccionados según nuestras
capacidades alquímicas. No todos los miembros de la orden son
usuarios de capacidades elementales, muchos solo son astrologos o
sanadores, eruditos que buscan la explicación de nuestras
habilidades o el arte de convertir los metales en oro. Muchos otros
buscan la llave de la vida eterna y así la orden se convierte en un
sistema complejo, donde cada miembro desempeña un papel importante
en la comprensión y mejora de nuestro mundo. Nadie es más que nadie
al igual que nadie es menos que el otro.
"El
maestro y los pilares son iguales al novicio que inicia, los
instructores son el camino al descubrimiento de la rama que cada
novicio desea seguir. En ese lugar, donde el maestro Nicolas encontró
al maestro Anselmo, pude ojear los libros y pergaminos. Pero hubo un
libro en particular que me llamo la atención. Los anexos históricos
son poco frecuentados, muy pocos de los miembros se interesan en la
historia de la orden. Sin embargo, allí hay una riqueza enorme, que
nos permite conocer nuestros orígenes.
—La
historia de la Orden se remonta a muchos siglos atrás. Además, la
lectura no es una de mis pasiones favoritas, prefiero estar en los
brazos de una mujer voluptuosa que sobre un gran volumen. Pero, dime,
¿qué encontraste en ese libro?
—Era
un compendio de historias sobre los alquimistas elementales. Nosotros
somos los soldados de la Orden y del reino. En periodo de guerra, los
alquimistas elementales son siempre los que están en el frente de
batalla. En el libro se aclaraba que los usuarios de la "alquimia
pura" pueden manipular a voluntad las cuatro grandes fuerzas
naturales del mundo: aire, agua, fuego y tierra, pero que ningún
usuario es capaz de utilizar más de una de estas fuerzas.
—Eso
ya lo sé Thomas, es bien sabido, dentro de los miembros de la orden
y mismo las gentes del reino, esta característica.
—Piensa
en ello muy bien, cuando te explique mis razones. Después de leer
esto, le pregunte al maestro si en verdad no era posible para un
alquimista elemental aprender otra fuerza natural y él me respondió
que era imposible, o que al menos eso él pensaba. Sin embargo, El
maestro se había interesado mucho tiempo atrás, cuando aun era un
instructor, sobre esta característica. Sus investigaciones han
estado relacionadas con entender la fuente de las fuerzas elementales
en los humanos. Fue él quien, con la ayuda de los elfos, creo los
aros capaces de reaccionar ante los usuarios.
—Aquello
no lo sabía, entonces fue el maestro quien creó los aros, ahora
lamento más que nunca haberlos perdido.
—Cuando
lleguemos a Noam podrás adquirir nuevos aros, lo que importa es que
nadie puede poseer dos habilidades.
—Eso
ya lo sé, no tienes que... que... ¡Espera un segundo, Thomas, creo
que estás tratando de decir que el chico... que Aaron posee dos
habilidades!
—Has
logrado entender hacia donde voy. La investigación del maestro es
precisamente hallar la forma de que los alquimistas elementales e
incluso los no usuarios, puedan desarrollar estas habilidades. Lo que
buscábamos con los duendes era conocer precisamente eso. Según el
maestro, los duendes poseen el conocimiento de la fuerza natural de
la tierra.
—Pero,
¿y Aaron?
—El
día antarior a nuestra partida, mientras tú te fuiste con Vittoria al
pueblo a celebrar el festival de primavera, yo recorrí las calles,
en busca de información. Mientras caminaba por un callejón di con
el pelirrojo. Mis aros reaccionaron a él. En ese momento quise
invitarlo con nosotros, pero la prioridad era seguir nuestro camino,
además que el chico era perseguido.
"Por
lo que escuche, había robado un pescado del mercado y era conocido
como un delincuente en la villa. Pero mi interes por él no fue más
allá. Esa misma noche mientras dormías después de embriagarte...
—No
pude evitarlo, la cerveza era magnifica y la comida excelente.
—Como
sea, esa noche Vittoria regreso con el chico. Cual fue mi sorpresa de
verlos juntos. Vittoria quería que el chico se uniera a nosotros y
que se convirtiera en alquimista. En un principio no estuve de
acuerdo, podría demorarnos en el camino, pero en cuanto ella
menciono que sus aros habían respondido. No pude evitarlo.
—Asi que por eso aceptaste
que él viniera. Yo también me sorprendí de ver a ese pelirrojo con
nosotros cuando partimos. Lo primero que penase fue que Isis lo
rechazaría, ya sabes como es con los humanos, pero aparentemente se
llevan bien.
—Yo
también pensé lo mismo.
Los
dos hombres se quedaron en silencio, mirando hacia los arboles. La
oscuridad los había rodeado mientras hablaban.
—¿Cómo
explicas que tus aros y los de Vittoria reaccionaran ante él?
—Es
lo que intento entender. Por eso quiero encontrar al maestro, estoy
seguro de que él debe tener alguna respuesta. Por otra parte, no me
atrevo a que aprenda alquimia, no sé si puede ser peligroso o que
sea lo correcto. Estamos hablando de alguien que posee dos
habilidades alquímicas elementales.
Onni
se apoyó contra un árbol y se rascó la barba. Dio una fumada a su
pipa y soltó una bocanada de humo.
—Yo
pienso que podríamos averiguar algo cuando lleguemos a Noam. Sin
embargo, considero que deberías hablar con Vittoria, Thomas.
Explicarle tus motivos, ella puede ser un poco impulsiva, pero sigue
siendo nuestra compañera.
—Hablaré
con ella cuando haya buscado concejo en Noam — Thomas miro a su
alrededor —. ¿No crees que están tardando demasiado? Quizás se
hayan perdido. Deberíamos ir a buscarlos.
Los
dos hombres se internaron en el bosque, siguiendo el sonido que
emitía el rio. Desplazarse en la oscuridad era complicado. Las
raices de los arboles salían de la tierra, como brazos buscando
atrapar a los viajeros, ocultos en mantos de hojarasca seca.
—Thomas,
¿aún no comprendo por qué la gata nos siguió? Sé que era la
guardiana del oasis de los duendes, pero ¿por qué la enviaron?
—Yo
mismo no lo sé, ni siquiera sé por qué acepte que nos acompañara.
No ha sido más que una molestia, avanzando siempre delante de
nosotros y tratándonos como criaturas inferiores. Pero así lo
pidieron los duendes, aduciendo que si queríamos su ayuda, ella
debía encontrarse con el maestro.
—Aun
así es raro, es una gata como cualquier otra, bueno con la
particularidad de que habla, pero, es una gata. No sé si entiendes
lo que quiero decir.
—No
del todo. Ten cuidado, hay una raíz que sobresale ahí.
—¿Cómo
dices? ¡Ay!
—Te
advertí. Me estabas diciendo que es raro, ¿qué es raro?
—Que
la gata sea la guardiana de los duendes, eso es lo que encuentro
raro.
—Sus
rasones tendrán. Además, no era la única, si bien recuerdas, había
otra gata, blanca como la nieve.
—Esa
era más amable y más cariñosa. Me agradaba esa. ¿Cómo se
llamaba?
—Beth.
—Ah,
sí. Beth, ya recuerdo. Fue ella la que nos guio al oasis, ¿o fue
Isis? No, creo que fue Beth, ya no lo recuerdo.
Thomas
dejó de prestar atención a Onni, su mente volvió al desierto de
oro. A su amigo Daniel. Al poco tiempo de haberse alejado de Nirvana
y haberse internado en el inmenso mar de arena que separaba a Arual
de su pais, Thomas y su grupo se habían perdido completamente.
El
mapa que había encontrado Daniel tenía marcado un oasis en medio
del desierto, pero seguir un mapa en aquellas dunas no era tarea
fácil, hacia donde mirasen, todo parecía igual.
Fue
en ese desierto, donde al cabo de un año se encontraron por primera
vez con los moradores de los desiertos. Hombres y mujeres ocultos por
velos blancos y sucios, armados con arcos y flechas que atacaban a
quien quiera que pasase por las arenas.
Cuando
fueron emboscados, Daniel estaba desarmado, no había agua a su
alcance para utilizar como arma o defensa y quedo desprotejido. En
general todos estaban exhaustos por el sol y la sed. Todo paso tan
rápido que Thomas no supo lo que ocurrio. Él se enfrentaba a cinco
moradores y por el rabillo del ojo vio a Onni enfrentándose a dos,
mientras que por su parte Daniel estaba rodeado por cuatro. Thomas
logró vencer a dos. Vittoria quien luchaba con otros dos tumbo a uno
y Onni había derribado a sus dos contrincantes y ya estaba presto a
ayudar a Thomas, quien bajo la guardia. En ese instante Daniel cayo
atravesado por tres flechas de los tres moradores que quedaban en
pie. Thomas se lanzó en su ayuda, dejando a Onni a cargo de los tres
que aun intentaban batirlo, pero una tormenta de arena se desató y
cuando todo volvió a la normalidad, los moradores y Daniel habían
desaparecido.
Fue
poco tiempo después que los tres sobrevivientes descubrieron con
horror, que los moradores eran caníbales, que devoraban la carne de
sus presas y guerreros caídos.
—No
logro ver nada en la oscuridad, ¿tú ves algo, Thomas?
Los
dos hombres habían alcanzado la orilla del rio y miraban en ambas
direcciones, escudriñando la oscuridad, pero no veían nada, ni
nadie. Para abarcar más terreno, los dos hombres se separaron. Onni
siguió el sentido contrario de la corriente, mientras Thomas siguió
rio abajo, en busca de los tres compañeros perdidos.
Al
cabo de un momento, prestando suma atención donde pisaba, Thomas
divisó entre las raices de un árbol una sombra que se movía.
Alcanzo el sitio de dos zancadas y allí encontró a Isis, la gata
negra, encomendada por los duendes para encontrar a Nicolas.
—¡Onni!
¡ONNI, HE ENCONTRADO A ISIS! ¿Isis, te encuentras bien?
La
gata estaba inconsciente, respirando pausadamente. Alrededor del
cuello llevaba el collar adornado con una esfera con el que había
partido del Oasis de Trostlos. EL hombre tomó a la gata entre sus
brazos. Se retiró la tunica del color del musgo y envolvió a la
felina en ella.
—¿Qué
te sucedió Isis? ¿Dónde están Vittoria y Aaron?
Mas
tarde en la noche, Thomas y Onni se sentaron a la orilla del rio.
Poco antes del amanecer, la gata recobró el conocimiento. Al abrir
los ojos verdes, atravesados por dos rayas oscuras, el animal se
erizó, bufando de manera amenazadora.
Thomas
y Onni quienes fueron sorprendidos por esta reacción se echaron
hacia atrás, mirando a la gata con desasosiego. En la oscuridad de
la noche los ojos de la felina brillaban.
Por
un momento, lo unico que se escuchaba era el bufido de Isis y el
discurrir del rio. La gata vio a los dos hombres y maulló furiosa.
—¿Qué
paso Isis? —Pregunto Onni, alejándose aun más de la gata.
—Alguien
nos atacó. Nos tomaron por sorpresa.
—¿Dónde
están Vittoria y el pelirrojo? — Pregunto a su vez Thomas.
—No
lo sé, estábamos en la orilla del rio, yo observaba a la hembra
humana y a Aaron pescar, cuando algo me golpeo de la nada y me aventó
por los aires. Antes de perder el conocimiento escuche a la humana
gritar.
Los
dos hombres intercambiaron una mirada de pavor. Thomas no quería
volver a pasar por lo que había pasado con Daniel.
—¿Estas
bien Isis? —Thomas se acercó a la gata con cautela.
—Si,
pero ahora lo que importa es encontrar a esos dos.
Cada
vez que la gata hablaba, sus frases eran terminadas con un ligero
ronroneo. Thomas no lograba a acostumbrarse a ello.
—¿Qué
vamos a hacer Thomas? En esta oscuridad es imposible buscarlos.
—No
tendremos que hacerlo — La felina se volvió a erizar y lanzo un
bufido aun más amenazador, con la mirada perdida en la oscuridad —.
Están aquí.
Thomas
se levantó de un salto y miró en la dirección que miraba la gata:
— ¿Quiénes están aquí?
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